miércoles, 31 de marzo de 2010

Capítulo18. A veces.

A veces veo que eres quien eres
y a veces no sé ni qué pretendes
A veces extraño tanto que me acaricies las sienes
cuando la migraña me mata a medianoche;
porque sabes que este pecho que enciendes
es más tibio que un verano en Bariloche.
Hay veces en que esas manías tuyas me detienen
que si bien pueden volverme loca
es lo que más cuerda me tiene.
Tocarte sin temer a una mirada sombría o un comentario hipócrita....
Porque siento cómo te endureces todita para no besarme los brazos y yo... yo puedo reconocer en tus ojos la suavidad de esos labios que alguna vez dijeron lo que ahora esconden.
Que te veas como esa niña a la que tantos describían como seria, madura y de una genialidad melancólica (yo diría 'nostálgica')
Dame un beso y vete a dormir.
Ya no quiero escribirte cartas (y no se trata de que me digas "pues no lo hagas") porque sabes bien que no es tan fácil.
aunque tú lo haces sonar tan poético.
Admite que me recuerdas y me quieres, pero dímelo en la cara y no detrás de mi tierna sonrisa y mirada de reto diciendo "te quiero" después de a regañadientes despedirme de ti.
¿cuántos más te escribirán esto?
Porque estoy segura de que no soy la única pero te puedo asegurar que soy la que más desea abrazarte sin que nadie nos vea y maldecir tu absurda decisión de no usar el perfume que lleva tu nombre para convertirte en una más del montón.
Maldita musa.
Mírame escribiendo de madrugada
y todo por recordar tus dedos por mi cara.
No quiero jamás tenerte de nuevo dormida a mi lado,
ni acariciar tu cabello cortado
ni escucharte respirar pesado
ni nada de eso, linda.

Odio empezar con una fantástica idea de un poema
y al final tararear en prosa.
He aquí tus (d)efectos.

-Tuya, Carolina.

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