martes, 5 de enero de 2010

Capítulo 11. Síndrome de Abstinencia

Llámame Julieta y tírame al abismo donde tus recuerdos se vuelven un halo de polvo estelar y juguetes olvidados. Después de todo, es lo que quieres: olvidarte de mí.
Amor mío… cambiaría mi sonrisa por los pétalos de tu flor preferida si así te quedas conmigo. Mi parte racional me llora que deje de sacrificarme por ti pero es que nomas no puedo
Me enamoro de tu voz seria diciendo que deje de hablarte y me enamoro de mi pasado con la chica más hermosa que he conocido. ¿Siempre te molestó eso, verdad? Que termino cada vez hablando de ella y diciendo lo que amo y lo que odio de esa pequeña y sobria voz que aun a veces me dice “tranquila, todo va a estar bien”

Eres la nueva razón de mis escrituras. Lo peor es que estas palabras no pueden parar a ninguno de mis libros porque sólo se tratan de ti… nada que ver, no. Son inútiles porque ni siquiera tú los lees, amor mío… Ni siquiera eres inspiración así como yo nunca fui inspiración suficiente para ti como para cantarme una canción sentado en mi cama con tu guitarra. Ahora sí que recordaré el 11 de noviembre a las 1:11 de la mañana que decidiste terminar conmigo y a la mañana siguiente me besabas los labios en la escuela de música diciendo que me querías de vuelta. Aún siento cómo mis mejillas enrojecen y siento cositas en mi panza por ello.
Quiero besarte, abrazarte y darte una buena cachetada.


Tal vez la cachetada venga primero.

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